Me gusta noviembre, el frío, la lluvia y el chocolate
caliente en las tardes de domingo. Resulta interesante lo idílico que parece
todo antes de vivirlo, el modo en que se idealiza un mes, un simple mes más, el
número once de doce, ese que parece mejor cuando lo pintan como el mes oficial
de las tardes de mantita y sofá en buena compañía. Prefiero la borrasca, la
abrumadora realidad, la tormenta. No me gusta cerrar los ojos y fingir no ver
los problemas, me gusta verlos y saber reaccionar, saber asumir las cosas y
pensar que de todo se aprende, que cuanto más llueva hoy menos va a llover
mañana, porque a base de decepciones te haces fuerte, y a mí ya me tocaba. Tener
la certeza de que todo lo malo viene acompañado de algo increíble, que las
cosas hoy parecen muy oscuras pero mañana todo puede cambiar, que al fin y al
cabo nada termina siendo lo esperado. Pero la realidad es que a mí sí me gusta
la lluvia, sentir las diminutas gotas escurriéndose por mis mejillas y pensar
que puedo con todo, que esto solo puede significar que algo mejor está por llegar,
y no dudo de ello ni un solo segundo. En eso consiste la vida, en darse cuenta
en lo bonita que es la lluvia descendiendo lentamente por tus mejillas una tarde
de noviembre.
A mi también me encanta Noviembre. La mayoría de la gente a la que quiero ha nacido en Noviembre, incluida yo misma.
ResponderEliminarGracias por pasarte y por comentar. Te ojeraré un poquito :)