jueves, 5 de marzo de 2015

Tienes la mirada que me salva,
me levanta tras cada caída
y logra que sonría sin más.
Eres el que lo hace todo fácil,
un día llegaste a mi vida y,
pese a mi cabezonería,
decidiste quedarte,
pese a ver el desastre
que habita en mí.
Y sonreías todo el tiempo
con ese brillo especial en la mirada.
Escribirte era fácil,
lo difícil era no hacerlo,
lo difícil era no sonreír
al mirarte de reojo
y no enamorarme más de ti
tras cada mirada.
Y el es que consumías
el aire de la habitación
cuando mi respiración se aceleraba
y eras,
en los días malos,
el consuelo de un corazón triste.
Dos almas diferentes
tiradas en la cama
un frío día de invierno,
cogidos de la mano
respirando al compás,
eso éramos nosotros
y todavía lo somos
todavía nos cogemos de la mano
y tengo la inmensa suerte
de disfrutar de tu mirada
disfrutar de tu sonrisa y,
lo más importante,
ser consciente de que
estando al borde del abismo,
tú eras las alas
que salvaban mi caída.